Ampolla Religiosa
By Juan David Hurtado Bedoya - marzo 05, 2015
Ampolla Religiosa
Me he preguntado muchas veces en mis reflexiones personales el
porque me genera tanta ampolla, porque no me gustan las iglesias (No las construcciones,
éstas por su parte me parecen monumentos arquitectónicos espectaculares) me
refiero a las instituciones creadas por el hombre para adorar a Dios. Aclaro antes de ser mal interpretado, no
creer, no gustar de iglesias no significa ser ateo, creo profundamente en la
existencia de un principio creador, tengo muy claro que ese Dios es la energía
que mueve el Universo, su principio y fin, lo que pasa es que a diferencia de
lo que las iglesias enseñan para mi Dios no es un humanoide
y no creo que
seamos (los seres humanos) una creación a imagen y semejanza de Dios, que
horror¡ Dios es perfecto, no puede ser tan imperfecto como un humano, no sería
Dios, eso es arrogancia humana, la arrogancia que detesto de las iglesias al
autoconsiderarsen la representación de Dios en la Tierra, como si Dios le
importara o necesitara crear franquicias para aumentar su presencia o su poder universal;
mucho menos permitiría Dios que en nombre suyo se enriquecieran unos tantos
como lo hacen sin vergüenza, aprovechando la ignorancia y la fe de las
personas, aprovechándose de sus necesidades, de los temores que les han
infundado, del sentimiento de culpa que nos imprimen al nacer al hacernos
sentir pecadores, de la manía de muchas de esas iglesias de garaje de hacer que
sus integrantes odien a todo aquel que piensa o actúa diferente a ellos, de
catalogarnos como demonios; pecadores y demonios esos descarados y abusadores
de la fe: en parte eso es lo que detesto de las iglesias. Es mas de acuerdo al
Dicen que uno se comporta de acuerdo a su pasado, que las
experiencias vividas marcan muchos de nuestros actos presentes, la forma de
pensar, nuestro subconsciente no tiene borrador y todo eso genera la forma en
la que el consiente actúa y ahí pude tal vez encontrar la respuesta a mi
pregunta: recuerdo que mi madre me contaba una historia en la cual, por ser
hijo natural, es decir un hijo de una madre soltera, los curas de mi pueblo se
negaban a bautizarme, tal vez siendo tan solo un bebe de brazos, unos 3 o 4 meses
a lo sumo tuve que ver a mi madre, de familia muy católica preocupada o incluso
llorando (no sabría nunca se lo he preguntado) porque su hijo no era recibido
en la casa de Dios, como si Dios tuviera porteros para entrar en su casa que es
el universo, es mas, si nací es porque ya era bienvenido hacía rato a esa casa:
el universo, bellacos, curas pendejos, retrógrados y doble moralistas, que
predican amor y perdón por el otro pero no lo practican, han de estar en el
infierno que ellos mismos crearon para atemorizar a los demás y dominarlos
ardiendo y sufriendo…. Que va todo eso no es mas que un cuento, ruego a Dios
que perdone su ignorancia es todo. En fin, mi auto regresión reflexiva,
tremenda terapia que me inventé para mi vida, me da indicios que ahí puede
estar como dicen los psicólogos “El trauma” y la aversión contra las iglesias.
Crecí en un hogar y una familia exageradamente católica, asistía
puntualmente a misa cada domingo como lo ordenan las obligaciones católicas de
la mano de mi tía, mi madre después de aquel episodio se alejó de las iglesias
y no es para menos, la comprendo y entiendo completamente; recibí todos los
sacramentos a que tengo derecho hasta la confirmación, mas por tradición
familiar y cultural que por convicción personal, no me case por la iglesia, ya
que para ese entonces mi razón y el “Trauma” me habían hecho un escéptico de
esas vainas, me eduque en colegio católico, con misa en el horario semanal así
como si fuera una clase de matemáticas o física, hasta que la Constitución de
1991 nos liberó de aquella obligación, sin embargo y siendo ya una actividad legalmente
voluntaria seguía asistiendo sin falta cada semana; Crecí leyendo y escuchando
historias de santos, jugaba de niño a ser cura y a hacer misa, me chupe o me
hicieron chupar todas las procesiones y misas en semana santa y por cierto no
me perdía cada año la súper película de la temporada: el Mártir del Calvario en
cine y las repetidas Moisés, Jesús de Nazaret, el manto sagrado y similares que
eran la programación anual de los escasos dos canales que para la época
disfrutábamos porque no existía el cable. Toda la mezcla perfecta para haber
sido un buen fanático creyente católico y religioso. Creo profundamente en Dios, repito, en lo que
no creo es en sus representantes en la tierra ni en sus cuentos chinos para
generar temor y aprovecharse de los necesitados.
Hoy día mi hijo recibe de mí toda la formación ética y moral que
pueda darle, jamás le he impuesto que vaya a una misa o realice actividades
comunes para el mundo religioso; esa parte la recibe de su abuela materna quien
es una digna católica entregada a esta institución, no me molesta, no me fastidia
para nada, hasta me gusta, si toca acompañarlo pues voy sin reparos; ha
recibido igualmente todos los sacramentos que para su edad se deben recibir,
para mi mas por tradición que por convicción religiosa, si un cura me hubiera
prohibido bautizarlo por ser un hijo de una unión marital de hecho y no
católica creo que lo hubiera vaciado, es mas el cura que lo bautizó conocedor
de la forma en que pienso no me quería, hasta mal me miraba en sus misas, me
consideraba creo yo un demonio y de mala gana me saludo en el bautizo de mi
hijo, Dios perdone su arrogancia e ignorancia. Si espero que sea él, mi hijo, quien elija en su momento si creer o no creer,
si pertenecer o no: yo lo educo para que sea un hombre libre y de buenas
costumbres, esos son mis principios y si me preguntaran entonces cual es mi
convicción religiosa contestaría que no hay principio mas hermoso y completo
que “amar al prójimo como a ti mismo” “Hacer el bien sin mirar a quien” “No
hacer a otros lo que no nos gusta que nos hagan a nosotros”, esa es mi
religión, esa es mi convicción.
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