DIVIDENDOS ECONÓMICOS DE LA PAZ EN COLOMBIA
By Juan David Hurtado Bedoya - septiembre 29, 2016
Dividendos de la Paz en Colombia
Panorama General
¿Cuáles son los potenciales dividendos económicos de un país como Colombia sin
conflicto armado[1]?
Las preguntas más interesantes y las más útiles son por naturaleza difíciles
de contestar. Los múltiples mecanismos sociales, políticos, y
económicos que se ven involucrados en las posibles respuestas y sus relaciones
entre sí, pueden hacer de la búsqueda algo
particularmente intrincado. Este, por ejemplo, es el caso de la
posibilidad de que las FARC efectivamente se incorporen en el
establecimiento. Factores económicos, como las rentas del narcotráfico,
sociales, como el apoyo de la ciudadanía, y políticos, como la aceptación de un
espectro más amplio de ideologías en los debates, son ingredientes que de
alinearse o desencajarse pueden producir resultados distintos ante una sola
pregunta: ¿Que tan factible es que las FARC dejen las armas y se
incorporen a las normas constitucionales de Colombia?
Si la anterior pareciese una pregunta difícil, la pregunta sobre
cuáles serían los efectos económicos de la paz con las FARC y eventualmente con
los demás grupos armados no oficiales, es aún más complicada. No sólo por
el nivel de incertidumbre de la primera pregunta, sino porque el entretejido de
problemas que se esconden tras del conflicto, y de aquellos
producidos por el mismo, es tan complejo que un fino análisis de
abstracción para hallar respuestas, produciría sólo más preguntas. En este
sentido y con ese fin, se hace este breve ejercicio, para generar mejores
preguntas, que a su vez nos llevarán a mejores respuestas.
Entretejido de Problemas Derivados del Conflicto
Colombia ha sido un país “sobre diagnosticado” en todo el
sentido de la palabra. El caso del postconflicto no ha sido excluido de esos
temas ampliamente discutidos, los efectos económicos de una ausencia de
conflicto, o de una etapa de postconflicto han sido abordados extensamente por
distintos actores tanto internos como externos.
La discusión empieza en los costos, con el argumento de que
en un escenario de ausencia de conflicto, tales costos ya no serán costos, y
por consiguiente será una “ganancia de no existencia de costos”.
Un ejemplo de este enfoque lo proveen estudios como (Trujillo & Badel, 1998) del Departamento
Nacional de Planeación, donde el impacto del conflicto[2] se calcula con base en cinco rubros (capital
humano perdido, acciones criminales, daño a infraestructura, costos del sector
salud en el conflicto y gasto militar); Los cálculos del estudio concluyen que
la pérdida de cerca de 9.500 personas a raíz del conflicto armado, representó
un costo total para la economía colombiana de $296.000 millones de pesos entre
1991 y 1996, es decir $49.000 millones de pesos por año o el 0,07% por ciento
del PIB (Trujillo & Badel, 1998) . En cuestión de
secuestros, robos y extorsión atribuidos a la insurgencia, estiman que el costo
acumulado entre 1991 y 1996 fue de $1,8 billones de pesos de 1995; el costo de
reparación a raíz de atentados unos $321.000 millones; y el gasto militar[3] ascendió a 3,7 billones de pesos durante ese
período, lo cual representa un costo anual igual al 0,84 por ciento del PIB.
Según este cálculo, el costo anual promedio del conflicto sería cercano al 1,5%
del PIB, y esos costos representarían una pérdida en crecimiento económico de
1,1% del PIB (Trujillo & Badel, 1998) .
Otro estudio más reciente para el periodo 1999 – 2003, con el
mismo enfoque de costos directos e indirectos y con la inclusión de otras
variables (daño a infraestructura energética, vial y aeroportuaria, acciones de
crímenes organizado[4], minas antipersona y pago de indemnizaciones a
víctimas), concluye que los costos en el periodo de análisis
se acercan a los $16,5 billones de
2003 donde el 88% de tales costos son directos (Pinto, Vergara, & Lahuerta, 2005) .
En materia de crecimiento económico, el estudio del
Exministro Santamaría (Santamaria, Rojas, & Hernandez, 2013) calcula el efecto de
la disminución en las tasas de homicidios colectivos, terrorismo, actos
subversivos, y demás actividades criminales sobre la tasa de crecimiento
económico de Colombia[5] en 1,8% puntos del PIB debido a factores
directos e indirectos (1% y 0,8% respectivamente). Este resultado, es
consistente con el estudio de Mauricio Cárdenas, donde se explica la brecha de
crecimiento de Colombia frente a otros países con similares condiciones
económicas, por la tasa de homicidios durante la década de los años 90´s (Cárdenas, 2001) calculando el
impacto de una disminución de la tasa de homicidios en el crecimiento en
alrededor de uno o dos puntos porcentuales[6].
Por otra parte, el estudio de la Profesora Ibáñez de la
Universidad de los Andes (Ibañez & Jaramillo, 2006) simula distintos
escenarios de postconflicto y distintas políticas tanto económicas como
sociales. Prevé que los efectos de la anulación de la violencia están asociados
a la recuperación del capital físico, el regreso de la población rural a su
situación de origen y la creación de capital humano, donde la creación de
capital humano dependerá esencialmente de políticas sociales proactivas que
incrementen las tasas de retorno de la formación de capital humano. Así mismo,
calcula una presión fiscal de 2,33% puntos del PIB, los cuales a su vez
presentan rendimientos positivos en el mediano y el largo plazo.
En el nivel regional, una tesis de maestría de la Universidad
Nacional (Durán, 2011) ,
realiza una vasta revisión de bibliografía encontrando asuntos comunes en el
efecto del conflicto sobre el crecimiento económico: 1) Destrucción de capital
físico y humano; 2) Distorsiona flujos de comercio; 3) Desincentivo a la
inversión por incertidumbre en retornos y en derechos de propiedad; y 4) Desvío
de inversión pública en ampliación de capital público (infraestructura, redes
de suministro escuelas, alcantarillados, hospitales) al gasto militar por
encima del promedio regional. El trabajo usa los ingresos tributarios per
cápita de industria y comercio para concluir que el impacto del conflicto ha
sido negativo, de modo que el efecto de la violencia tiene un componente
económico que debe ser un fin más allá de la paz en sí misma.
Finalmente, un trabajo del Departamento de Ciencia Política
de la Universidad de los Andes (Rettberg, 2008) concluye que los empresarios han
percibido mejores condiciones de negocios entre el año 2002 y el año 2008
(proceso de seguridad democrática), sin embargo, los costos de transacción
continúa siendo altos en las zonas de conflicto sin importa quién es el actor
predominante, esto permite concluir, que una paz sólo con las FARC no
permitiría consolidar los dividendos de la ausencia de conflicto. Así mismo,
las empresas grandes reportaron mayores costos relativos generados por el
conflicto, bien sea por las redes de suministro y transporte, o porque son más
vulnerables a la extorsión dado el campo geográfico de sus operaciones.
Efectos económicos de un eventual escenario de paz
Una vez realizada una exposición de los principales problemas
y resultados encontrados por la literatura nacional, se expondrán esfera por
esfera los mecanismos mediante los cuales pueden evidenciarse los dividendos de
la paz en las regiones colombianas. No es necesario saber cuánto serán los
cambios cuantitativos salvo para las presiones fiscales que en el corto plazo
surgen, y que (Ibañez & Jaramillo, 2006) calculan en 2,8%
puntos del PIB, lo cual equivale en pesos de 2016 a aproximadamente 22,2
billones de pesos[7].
Estructura
económica eficiente
La distorsión en la toma de decisiones de los agentes
económicos generada por los problemas estructurales de la economía colombiana,
se torna más severa cuando la integridad de los agentes y los derechos de
propiedad de los activos se ve amenazada. El documento de (Rettberg, 2008) plantea que 75% de los empresarios
encuestados incrementaría el monto de sus inversiones y estarían dispuestos a
asumir más riesgos si el conflicto se detuviera.
En escenarios internacionales de postconflicto, se ha
presentado un crecimiento adicional entre el 1,1% y 1,9% del PIB en la década
siguiente al cese del conflicto. La Universidad de los Andes en este sentido ha
realizado otros estudios, en el primero de ellos plantea que el crecimiento
esperado para Colombia solo será del 0,6% adicional por año en su PIB, mientras
que un estudio posterior (liderado por Villa Moscoso y Restrepo) plantea
crecimiento del 4,4% adicional. El BID
plantea en su documento “Colombia hacia un país de altos ingresos con movilidad
social” plantea que Colombia en veinte años puede pasar a ser un país de
US$30.000 per cápita si y solo si, crece al 6% en promedio, esto incrementando
la inversión pública anual del 3,5% al 7% del PIB (Banco
Interamericano de Desarrollo , 2015) .
En los países analizados, durante el principio del postconflicto
se ha incrementado la violencia. Empero, tiempo después se han observado
reducciones en los costos de la violencia sobre el aparato productivo y social
(costos que se describieron como directos anteriormente). Se han generado
estímulos a la creación de riqueza y aumentos en la inversión debido a la
confianza y la estabilidad política que genera la ausencia de conflicto.
En Colombia, los sectores más beneficiados serían la
agricultura y la industria, cada uno de ellos con sus particularidades. La
menor incertidumbre en las inversiones y los menores costos vía mejores
políticas públicas y mejor infraestructura, serían los móviles de la
prosperidad de estos dos sectores.
En el caso del Agro y la industria la oportunidad se
encuentra también en la posibilidad de aumentar las exportaciones máxime en las
condiciones cambiarias actuales que benefician directamente la actividad
exportadora; un factor importante que ayudará es la actual política de
mejoramiento de aeropuertos y vías que mejoraran la competitividad exportadora.
El país debe en este sentido pasar de ser exportador de recursos naturales y
minero energéticos a ser exportador de bienes y servicios, productos con valor
agregado que jalonarán el crecimiento de la industria. De allí la necesidad de
diversificar el sector industrial colombiano.
El paso hacia una nueva economía necesariamente exige pasar
de ser un país asistencialista y subsidiario a un país que genera las
habilidades y las oportunidades para que la población se valga por sí misma,
que no se deba ser pobre para recibir políticas sociales, pues es un incentivo
mal diseñado y no fomenta la capacitación ni el fortalecimiento del aparato
productivo, sino un incremento en las tasas de dependencia en las regiones.
Infraestructura
Competitiva
Colombia tiene un déficit en infraestructura bastante
profundo en comparación con pares en Latinoamérica. Un estudio de Fedesarrollo (Yepes, 2014) calcula que la
inversión necesaria para superar la brecha asciende a 5,4% del PIB (3,84% en el
nivel nacional y 1,56% en el nivel urbano).
La construcción presentaría un crecimiento del 4,4% adicional
generado por la necesidad de mejorar la infraestructura en especial en las
zonas donde el conflicto se ha desarrollado y no existen vías primarias ni
secundarias.
Sector
Financiero
El sector financiero
podrá encontrar nuevas posibilidades de expansión con el florecimiento de
actividad económica en lugares deprimidos donde la pobreza es la ley, las tasas
de bancarización son nulas y no existe posibilidad de generar ingresos y servir
deudas. De este modo se atraerán capitales extranjeros y nacionales para
financiar el consumo e inversiones públicas y privadas, esto potenciando la
capacidad de crecimiento de la económica como un todo.
Educación e
Innovación
Las tasas de escolaridad se verán incrementadas en el mediano
plazo, dada la disminución del riesgo de la población de asistir a la escuela.
Adicionalmente las inversiones en infraestructura educativa y la posibilidad de
que maestros mejor calificados lleguen a zonas excluidas históricamente
generará oportunidades de crecimiento personal y económico de las nuevas
juventudes de Colombia.
El control político a las Universidad Regionales podrá
generar incentivos a mejorar los programas públicos y privados, mejorando los
programas y a su vez la calidad del capital humano de las regiones con las
externalidades positivas que tal fenómeno conlleva.
La política de Ciencia y Tecnología debe refinarse, las teorías
modernas del crecimiento económico descansan en el resultado fundamental de que
es la innovación privada y pública la que genera las expansiones más
importantes de productividad en los mercados.
La tasa de desempleo
actual es en promedio del 9%; se ha logrado pasar de muchas décadas con tasas
de dos dígitos a un digito y se ha logrado en los últimos años sostenerla a
pesar de la desaceleración de la economía mundial, local y del conflicto
interno; países de la región han logrado niveles entre el 4% y el 6%. Se aspira que Colombia sin conflicto y con
toda la trasformación de su sistema económico tal como se ha expuesto logre también
estos niveles de ocupación.
Pobreza
y Desigualdad
Una sociedad con brechas sociales muy amplias tiene problemas
estructurales para expandir su actividad económica, debido a que las
disminuciones en precios vía costos e innovaciones, no son suficientes para
garantizar la compra de los bienes y servicios por las grandes masas de
población, estancando el proceso de desarrollo del sector privado, y por
consiguiente produciendo tasas de crecimiento menores a las potenciales. Se
esperaría que la expansión de la clase media se potencie durante la etapa de
postconflicto, el consumo de las familias es un factor importante para
dinamizar el sistema económico, con el panorama internacional el
fortalecimiento de los mercados internos es la opción más factible de política
económica.
Se deben generar activos educativos, empresariales y de
capital para generar ingresos suficientes para todos los colombianos; esto solo
se logra con un sistema económico que permita la redistribución real y adecuada
de los recursos para toda la población; reducir la desigualdad e incrementar la
calidad de la inversión pública. Sin estas condiciones será prácticamente
imposible alcanzar los réditos económicos del fin del conflicto. Esto incluye
aceptar la protesta social como mecanismo político natural de negociación y de
fuente de información para la focalización de las políticas económicas.
Medio
Ambiente
Se esperan además de réditos económicos y sociales, ganancias
ambientales que de acuerdo a estudios del DNP en los últimos 20 años el país ha
perdido por deforestación más de 4 millones de hectáreas de bosques que han
sido erradicados para el establecimiento de actividades ilícitas ligadas al
conflicto; se han contaminado el 65% de las fuentes hídricas en los territorios
donde el conflicto se ha desarrollado a causa de actividades de minería ilegal
y atentados al sistema petrolero. Se
calcula que el beneficio de la no deforestación será aproximadamente de 7
billones por año y que con ello se lograría dar cumplimiento al 20% de los
compromisos del país vía tratados internacionales de disminución del CO2 y
otros gases contaminantes que ha firmado el país. Además de la posibilidad de
recuperar las fuentes hídricas hoy en mal estado por la irresponsabilidad en la
adjudicación de licencias mineras sin estudios técnicos.
El ecoturismo en especial en las zonas afectadas por el
conflicto será una actividad económica del subsector del biocomercio que
permitirá no solo aumentar los beneficios para la economía que genera el
turismo sino también brindar oportunidades de producción diferentes para estas
regiones y sus habitantes, atraer inversión y mejorar las condiciones
sociales.
Seguridad
Jurídica, Económica y Física
La seguridad jurídica para viabilizar los negocios, la seguridad
social para mejorar la calidad de vida y la seguridad física para que la vida
colectiva prospere, son fundamentos de la libertad de las familias para educarse,
capacitarse, ejercer su trabajo, y puedan se asociarse y disfrutar de sus
logros. El crecimiento económico que conlleve un desarrollo económico, que
irradie sus beneficios a toda la
población es el fin del proceso de cese del conflicto y búsqueda de la paz.
Conclusiones
Es evidente que la terminación del conflicto traerá
beneficios sociales, económicos y ambientales para el país; estos beneficios se
han intentado cuantificar y se puede llegar a cifras aproximadas a la realidad
y que serán de dos tipos en el caso de las económicas: la primera representada
en los costos directos del conflicto y la segunda en los beneficios que traerá
la ausencia de este y que permitirá que factores económicos como la confianza,
la estabilidad política y jurídica y la inversión materialicen dichos beneficios
para la economía.
Las zonas hoy víctimas del conflicto por décadas serán los
territorios y sociedades que más se beneficiaran del postconflicto, primero
porque recibirán las mayores inversiones e intervenciones, segundo porque la
tranquilidad y seguridad generará interés de inversionistas nacionales e
internacionales que llegaran a dichas zonas a invertir y dinamizar la economía
local.
Para que todos esos beneficios económicos se alcancen, es
necesario del apoyo internacional; además se requiere que el gobierno impulse
dicho desarrollo generando las condiciones adecuadas para que se dinamice de
buena manera la economía, esto porque así como se abordó en el documento, por
sí sola no lograra activarse con la firma del acuerdo.
Son tres sectores los que se estima jalonaran la
transformación económica del país y se beneficiaran enormemente: Construcción,
agro e industria; es papel del estado generar las condiciones adecuadas para
que puedan desarrollar ese potencial y convertirse en los canales de la
trasformación económica y social del país.
El turismo y en especial el ecoturismo dentro del sector de
los servicios también representa una alternativa no solo para el país sino
especialmente para las regiones en conflicto, pues en su gran mayoría poseen
características naturales, paisajísticas, ecosistémicas e incluso endémicas que
son un potencial para el desarrollo de dicha actividad.
El refinamiento de la democracia, mediante el control
político en ausencia de violencia, permitirá luchar contra la corrupción en las
regiones, lo cual a su vez podrá localizar mejor las inversiones públicas por
parte de la ciudadanía y el sector privado. La reducción de las pérdidas de
recursos por corrupción es un pilar elemental en la construcción de una nueva
economía para Colombia.
Bibliografía
[1] Esta pregunta podría
reducirse a un escenario de conflicto sin las FARC. En este caso, todo
dependería de si el Estado logra institucionalizar las zonas de conflicto y
evita que nuevos actores tomen el territorio, si esto es así, el análisis de
este breve documento sería válido, de no ser así, el estado del arte no
cambiaría bastante frente a la actualidad.
[2] El impacto económico de la
criminalidad y la violencia distingue entre dos tipos de costos: directos, representados en pérdidas de
vidas (capital humano), bienes y activos productivos (capital físico) y
recursos naturales; e indirectos que
incluyen, entre otros, las pérdidas de productividad por lesiones físicas y
sicológicas, el desestimulo a la inversión por la incertidumbre y los
sobrecostos que genera la guerra, la asignación ineficiente de recursos que se
podrían emplear en actividades productivas y en cambio se dedican a cubrir
gastos de seguridad, los cuales por la situación de alta incertidumbre, como la
generada por el conflicto armado, estos costos son mayores pues los agentes
económicos buscan cubrir el mayor riesgo implícito en las transacciones a
través de mayores precios.
[3] Calculado como la diferencia
entre el gasto colombiano como porcentaje del PIB frente al promedio
latinoamericano alcanzó los 3,7 billones de pesos durante ese período, lo cual
representa un costo anual igual al 0,84 por ciento del PIB
[4] Secuestro, la extorsión, el
narcotráfico, el desplazamiento forzado
[5] Los costos directos se miden
mediante un modelo econométrico y los indirectos mediante un modelo de
simulación.
[6] No se hacen mayores
inferencias sobre los sectores, pero la agricultura, la industria y la minería
han sido los sectores más afectados directamente e indirectamente por el
conflicto colombiano.
[7] Las discusiones sobre una
reforma tributaria para conseguir estos recursos en medio de un debacle fiscal
por la destorcida de los precio del petróleo son de no menor importancia.
[1] Esta pregunta podría
reducirse a un escenario de conflicto sin las FARC. En este caso, todo
dependería de si el Estado logra institucionalizar las zonas de conflicto y
evita que nuevos actores tomen el territorio, si esto es así, el análisis de
este breve documento sería válido, de no ser así, el estado del arte no
cambiaría bastante frente a la actualidad.
[2] El impacto económico de la
criminalidad y la violencia distingue entre dos tipos de costos: directos, representados en pérdidas de
vidas (capital humano), bienes y activos productivos (capital físico) y
recursos naturales; e indirectos que
incluyen, entre otros, las pérdidas de productividad por lesiones físicas y
sicológicas, el desestimulo a la inversión por la incertidumbre y los
sobrecostos que genera la guerra, la asignación ineficiente de recursos que se
podrían emplear en actividades productivas y en cambio se dedican a cubrir
gastos de seguridad, los cuales por la situación de alta incertidumbre, como la
generada por el conflicto armado, estos costos son mayores pues los agentes
económicos buscan cubrir el mayor riesgo implícito en las transacciones a
través de mayores precios.
[3] Calculado como la diferencia
entre el gasto colombiano como porcentaje del PIB frente al promedio
latinoamericano alcanzó los 3,7 billones de pesos durante ese período, lo cual
representa un costo anual igual al 0,84 por ciento del PIB
[4] Secuestro, la extorsión, el
narcotráfico, el desplazamiento forzado
[5] Los costos directos se miden
mediante un modelo econométrico y los indirectos mediante un modelo de
simulación.
[6] No se hacen mayores
inferencias sobre los sectores, pero la agricultura, la industria y la minería
han sido los sectores más afectados directamente e indirectamente por el
conflicto colombiano.
[7] Las discusiones sobre una
reforma tributaria para conseguir estos recursos en medio de un debacle fiscal
por la destorcida de los precio del petróleo son de no menor importancia.
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hacia un país de altos ingresos con movilidad social. Washington D.C.: BID.
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[1] Ingeniero Ambiental y
Economista de la Universidad Libre seccional Pereira, Especialista en Planificación
y Administración del Desarrollo Regional de la Universidad de los Andes,
Magíster en Medio Ambiente y Desarrollo de la Universidad Nacional de Colombia
sede Manizales. Actualmente Subcontralor Municipal de Pereira y Profesor de la
Universidad Libre seccional Pereira.
[2] Economista de la Universidad
Nacional; Candidato a Magíster en Teoría y Política Económica de la Universidad
Nacional de Colombia; Profesor Ocasional de Macroeconomía en la nivelación de
la Maestría en Ciencias Económicas de la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de Colombia y Analista Económico de la Dirección General
de Apoyo Fiscal del Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
[3] Esta pregunta podría
reducirse a un escenario de conflicto sin las FARC. En este caso, todo
dependería de si el Estado logra institucionalizar las zonas de conflicto y
evita que nuevos actores tomen el territorio, si esto es así, el análisis de
este breve documento sería válido, de no ser así, el estado del arte no
cambiaría bastante frente a la actualidad.
[4] El impacto económico de la
criminalidad y la violencia distingue entre dos tipos de costos: directos, representados en pérdidas de
vidas (capital humano), bienes y activos productivos (capital físico) y
recursos naturales; e indirectos que
incluyen, entre otros, las pérdidas de productividad por lesiones físicas y
sicológicas, el desestimulo a la inversión por la incertidumbre y los
sobrecostos que genera la guerra, la asignación ineficiente de recursos que se
podrían emplear en actividades productivas y en cambio se dedican a cubrir
gastos de seguridad, los cuales por la situación de alta incertidumbre, como la
generada por el conflicto armado, estos costos son mayores pues los agentes
económicos buscan cubrir el mayor riesgo implícito en las transacciones a
través de mayores precios.
[5] Calculado como la diferencia
entre el gasto colombiano como porcentaje del PIB frente al promedio
latinoamericano alcanzó los 3,7 billones de pesos durante ese período, lo cual
representa un costo anual igual al 0,84 por ciento del PIB
[6] Secuestro, la extorsión, el
narcotráfico, el desplazamiento forzado
[7] Los costos directos se miden
mediante un modelo econométrico y los indirectos mediante un modelo de
simulación.
[8] No se hacen mayores
inferencias sobre los sectores, pero la agricultura, la industria y la minería
han sido los sectores más afectados directamente e indirectamente por el
conflicto colombiano.
[9] Las discusiones sobre una
reforma tributaria para conseguir estos recursos en medio de un debacle fiscal
por la destorcida de los precio del petróleo son de no menor importancia.
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